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La calma y el empeño de trabajarla

Uno de los ejercicios más comunes que se proponen es el de sentarse en un banco y observar el entorno mientras esperamos a que el perro se relaje. Buscamos que la tranquilidad sea un comportamiento externo y esto no tiene mucho sentido.

La ‘’calma’’ hace referencia al estado de tranquilidad, ausencia de agitación y/o nervios en la forma de actuar. Es la quietud, ausencia de ruido o de movimiento. Es la serenidad, sosiego y reposo. Cuando hablamos de calma hablamos de estado o condición, por lo que no es algo que se origine simplemente a través de la conducta. La calma nace de una condición interna, anímica, del organismo. Por ello querer ‘’trabajar la calma’’ desde una visión conductista es un error. Al hacerlo buscamos que el perro esté tranquilo en ciertas situaciones a través de un comportamiento, no de un estado interno. 

Uno de los ejercicios más comunes que se proponen en este tipo de materias es el de sentarse en un banco y observar el entorno mientras esperamos a que el perro se relaje. ¿Te suena?

Buscamos que la tranquilidad sea un comportamiento externo y esto no tiene mucho sentido.

Un perro que no se siente seguro en el entorno donde se encuentra no podrá estar en calma. Es más, la decisión de sentarnos en el banco, en ese contexto específico y con esa duración determinada la estamos estableciendo nosotros ya que si por el perro fuera, en muchos casos no elegiría estar ahí si se siente incómodo. De manera inconsciente le estamos obligando a estar en unas condiciones que quizá no es capaz de gestionar porque no tiene las herramientas adecuadas. Si el perro muestra disgusto y nosotros nos empeñamos en que se siente y esté tranquilo, por muchas caricias que le estemos dando estaremos ignorando por completo la emoción que está sintiendo. Por lo que antes de realizar este tipo de ejercicios, pregúntate:

¿Estoy validando la emoción que está sintiendo mi perro? ¿Estoy siendo un apoyo para él? ¿Tiene herramientas de gestión emocional suficientes para aprender de dicha situación o le está resultando incómodo o traumático? ¿Sus necesidades individuales están cubiertas? ¿Tenemos un buen vínculo? ¿La comunicación entre los dos fluye de manera correcta? Y el fin de hacer estos ejercicios ¿es por su bien o por el mío?

Si tenemos un perro con miedo a perros o personas y le metemos en un contexto donde hay varios de estos estímulos y hacemos que se siente, lo único que tendremos es un perro con miedo sentado con el añadido de que al no poder salir por sí mismo de esa situación (porque está obligado a quedarse ahí) sus niveles de estrés se disparan. 

Pongámonos de ejemplo: tengo fobia a las tarántulas y me obligan a estar en un cuarto donde hay miles de ellas correteando por las paredes y el suelo. Tengo a mi amiga al lado diciéndome que no pasa nada y me obliga a mantenerme sentada en una silla. Incluso de vez en cuando me da algún premio (un caramelo). ¿Puedo estar tranquila y en calma en esta situación? ¿O por el contrario mis niveles de estrés aumentan y entro en un estado de ansiedad? al recibir el caramelo ¿está positivizando mi amiga las arañas? ¿Cambia mi percepción frente a ellas?

Si ves al perro “calmado” o tumbado en una situación que no le agrada, ¿es calma lo que ves o es resignación y frustración?

Para que la calma esté presente primero hemos de revisar todas las áreas de la vida del perro y modificar, cambiar o eliminar aquellas cosas que no estén en sintonía con lo que es el perro y su grupo familiar. La calma nace de la emoción de sentirse seguro, escuchado, valorado y apoyado. Si esto no está presente lo que habrá en más cantidad será la ansiedad, la frustración o el miedo. Lo que tenemos que trabajar no es la calma, sino aprender a convivir con nuestros perros.

Escrito por: Rocío Martín del Campo, educadora canina de ENSUSHUELLAS. La encuentras en IG como @lachicadethai

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