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Autocontrol canino, ¿seguro que lo estamos entendiendo bien?

El autocontrol real es algo que nace de manera espontánea en el individuo y se desarrolla con el tiempo a medida que el perro madura gracias a sus experiencias y aprendizajes. Cuando nosotros intervenimos en el medio estamos ejerciendo control, sin más. Es un matiz pequeño pero muy importante.

Por definición, el autocontrol es la capacidad de control o dominio sobre uno mismo y su comportamiento, y trasladado al mundo del perro viene a ser lo mismo. Un perro que tiene autocontrol es un animal que es capaz de modular por si mismo (sin intervención de nadie) su respuesta ante determinados sucesos. Hasta aquí puede parecer que estamos todos más o menos de acuerdo, ¿pero qué sucede cuando nosotros intervenimos?

Internet está lleno de consejos y ejercicios sobre cómo favorecer el autocontrol de tu perro, cómo aumentarlo o cómo conseguir que se autocontrole, y eso sería una gran noticia si no fuese porque, en la mayoría de sitios, de lo que te están hablando en realidad es de cómo controlar a tu perro, entrenar su paciencia y evitar el desarrollo madurativo necesario para que desarrolle autocontrol por sí mismo.

Hay cientos de ejercicios sobre estos supuestos trabajos de autocontrol, pero si nos centramos en sólo uno de ellos podemos entender realmente dónde está el error de planteamiento. La premisa es enseñar comida al animal (un snack, un premio, su comida, lo que sea) y conseguir que teniéndolo a su alcance, no lo coja. ¿Y cómo se supone que hay que hacerlo? Si se acerca a la comida, le impides el acceso (cierras tu puño si la tenías en la palma abierta, levantas el plato del suelo si se lo ibas a poner, etc…), y hasta que no espere paciente no se le da. Conociendo la definición de autocontrol, ¿realmente creemos que eso es lo que estamos trabajando con  esta clase de ejercicios? ¿Cómo puede ser autocontrol algo en lo que estamos interviniendo constantemente?

El autocontrol real es algo que nace de manera espontánea en el individuo y se desarrolla con el tiempo a medida que el perro madura gracias a sus experiencias y aprendizajes. Cuando nosotros intervenimos en el medio estamos ejerciendo control, sin más. Es un matiz pequeño pero muy importante. Ejercer control mediante este tipo de ejercicios de por sí no tiene por qué ser malo, pero nunca hará que nuestro perro sepa autocontrolarse en otras situaciones de su día a día ni solucionará ninguno de sus problemas emocionales si los tiene. De hecho, si en vez de proponer estos ejercicios como algo lúdico que hacer de cuando en cuando, es algo que machacamos mucho y extrapolamos a distintos aspectos de su vida, acabará por generar niveles altos de frustración y estrés, y en vez de tener un perro que ha podido desarrollar un buen autocontrol acorde a su naturaleza, lo que probablemente tendremos será un perro que:

  • No es capaz de tomar decisiones.
  • Es inseguro.
  • Tiene una baja autoestima.
  • Es imprudente.
  • Tiene problemas de miedos.
  • Es impulsivo.

¿Cómo podemos conseguir entonces que desarrolle autocontrol por sí mismo de una forma natural y sana? Permitiéndole ser. Facilitando el que esté en ambientes y contextos saludables en los que generar aprendizajes, dejando que se desarrolle, que experimente y que aprenda de sus errores. Y sobre todo respetando su proceso y su etapa madurativa. No podemos exigir autocontrol a un cachorro o a un adolescente porque es fisiológicamente imposible que lo tengan, no es el momento de tenerlo. El cachorro está en el momento de descubrir el mundo y el adolescente de descubrir su lugar en él y qué es capaz de hacer, hasta dónde puede llegar.

Queremos perros emocionalmente sanos pero somos incapaces de verlos como los animales emocionalmente complejos que son. Y eso nos lleva a creer que para conseguir esa salud emocional necesitan que intervengamos porque por sí mismos no pueden. Tan egocéntricos podemos ser a veces. Un perro no necesita que entrenemos ‘’autocontrol’’ para que no se abalance sobre la comida, sobre otros perros o sobre el barrendero del barrio. Si lo hace a menudo lo que necesita es que alguien revise qué es lo que está mal en su vida (que le lleva a mostrar ese comportamiento) y le ayude a estar bien. Lo único que cualquier perro merece es un humano a su lado dispuesto a acompañarle, comprenderlo y respetar sus procesos. Ningún trabajo de control disfrazado como autocontrol será necesario si tiene la inmensa suerte de tener una persona así con él.

Así que si eres de las personas que suele trabajar estos ejercicios porque tu perro tiene problemas emocionales, busca ayuda. Pero no ejerzas más control sobre él para solucionar sus problemas porque un perro en apuros lo que necesita es precisamente recuperar el control de su vida, no que se lo quiten. Y si lo necesitas, nosotras podemos guiarte en el proceso.

Escrito por: Lorena Murgui Mercado, educadora canina de ENSUSHUELLAS. La encuentras en IG como @mellamankenikeni

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